Este domingo 27 a las 10 h, vecinos de Avellaneda convocan a una nueva marcha en defensa del Autódromo Adrián Villegas. Denuncian presiones políticas, deuda inflada y un negocio inmobiliario encubierto. En medio del conflicto, se escuchó el testimonio de una trabajadora que teme perder su fuente de ingreso, mientras el barrio se moviliza por lo que consideran un ícono de su cultura.

Un espacio que incomoda al poder
El cierre del autódromo no es solo una decisión administrativa: es una disputa por el territorio, la memoria y el uso del espacio público. Según testimonios recogidos por Marcelo Brunwald en “La Voz del Vecino”, el municipio habría presionado a los dueños del predio con una deuda millonaria y condiciones imposibles de cumplir. “A todos los vecinos les perdonan la deuda, menos al autódromo”, denunció Lorena, vecina y activista. La sospecha: detrás del cierre hay un negocio inmobiliario que favorece a empresarios cercanos al poder.
El impacto laboral: voces que no se pueden ignorar
Durante la transmisión radial, se escuchó el audio de una trabajadora del autódromo que expresó su angustia ante el posible cierre. “Nos están dejando sin trabajo, sin respuestas, sin futuro”, dijo. El predio emplea a más de 30 personas de forma directa, además de generar actividad económica en talleres, gomerías, comercios y escuelas técnicas. El cierre no solo afecta a quienes corren, sino a quienes viven de ese circuito.
Picadas en la calle, heridos y un autódromo clausurado
Mientras el autódromo permanece inhabilitado, las picadas ilegales se multiplican en las avenidas de Avellaneda. “El otro día un auto se llevó puesta una parada de colectivo con una mamá y un bebé”, relató Brunwald. El autódromo funcionaba como espacio seguro para estas prácticas, incluso con actividades educativas como las de la Escuela Gallardo y sus autos eléctricos.
Una marcha por la identidad barrial
El domingo 27 a las 10 h, vecinos se reunirán en Juan B. Justo 1700 para exigir la reapertura del autódromo. “Es parte de nuestra historia, como el vino de la costa o la estación Avellaneda”, dijo Brunwald. La convocatoria busca frenar lo que consideran un saqueo de espacios públicos en favor de negocios privados, en un contexto de retirada política.
¿Diálogo o picada final?
Con tono irónico, Brunwald cerró su editorial con una propuesta: “Si Ferraresi banca a los vecinos, yo lo banco. Pero con estas no. Vení Jorge, tomamos un vino, comemos una picada y arreglamos Avellaneda”. La frase resume el espíritu de la nota: crítica, pero abierta al diálogo, con el barrio como prioridad.