En el corazón de Villa Domínico funciona desde hace más de dos décadas el Comedor Abuela Elvira, una organización barrial que se transformó en sostén para cientos de familias. Lo que empezó como un espacio para dar de comer a los más chicos, hoy se amplió en un entramado de ayuda que alcanza a todas las edades.

El comedor alimenta a más de 600 vecinos cada semana con viandas y meriendas, pero también brinda talleres culturales, clases de apoyo escolar, capacitaciones en radio y hasta un programa de alfabetización para adultos mayores. “La comida es lo urgente, pero no lo único que falta en los hogares. Queremos que la gente vuelva a soñar y a sentirse acompañada”, explica Verónica Juárez, una de las referentes.
Durante la pandemia, la organización llegó a 20.000 familias, un esfuerzo que todavía hoy sorprende a sus integrantes. Ese compromiso motivó a lanzar un nuevo desafío: la creación de un banco de medicamentos solidario, que busca recolectar fármacos en buen estado para entregarlos a jubilados y personas con enfermedades crónicas que no pueden costearlos.

El espacio también impulsa propuestas recreativas, como el ropero solidario, talleres de memoria y actividades artísticas para chicos y adultos. Todo con el mismo objetivo: estar presentes en las necesidades de la comunidad.
Con sede en Carabelas 4617, Villa Domínico, el comedor funciona los lunes, miércoles y viernes por la tarde. “Lo más importante es que nadie se sienta solo. A veces un plato de comida salva, pero un abrazo o un medicamento también”, resume Juárez, convencida de que la solidaridad es la mejor herramienta para transformar la realidad.