Cuando todo se cerró, ella abrió un espacio de salud, compañía y coraje desde el patio de su casa. Sin cobrar un peso, Noelia Burgos convirtió botellas de gaseosa en mancuernas, y las pantallas de celular en puentes para la esperanza. Lo que comenzó como clases caseras terminó siendo una red afectiva que sostuvo a cientos de vecinos de Avellaneda y alrededores durante los momentos más duros del aislamiento.
Mientras el miedo recorría hospitales, pasillos y hogares, una profesora de Sarandí le dio forma a lo que parecía imposible: seguir entrenando sin gimnasio, sin ingresos, sin certezas. Se llama Noelia Burgos, y lo hizo con lo único que tenía disponible: amor, creatividad y voluntad.
Sin pesas, con botellas de gaseosa llenas de agua; sin colchonetas, con alfombras viejas. Sin escenario, con el patio de su casa como sala principal. Así nacieron «Las mañanas de Noe» y «Las tardes de Noe», transmisiones diarias y gratuitas que alcanzaron a más de 300.000 personas. A través de una plataforma en Facebook, sus clases fueron más que ejercicio: fueron compañía.
Marcelo Brunwald, periodista esencial durante la pandemia, lo recuerda con precisión: “Los médicos me decían que lo peor era quedarse quietos. Y Noe fue la respuesta.” A él se le ocurrió convocarla, y ella no dudó. Aunque vivía una situación económica crítica, sin saber cómo sostener a sus dos hijos, eligió ayudar.
Cada clase era diferente. En una, recomendaba estiramientos; en otra, daba consejos de alimentación sin pretender ser nutricionista. A veces corregía a distancia; otras, simplemente acompañaba. Pero lo que se repite en todos los relatos de sus alumnas es lo mismo: Noelia fue el sostén emocional cuando todo se venía abajo.
“Su rutina me salvó”, dijo una vecina. “Evité la depresión. Sentí que tenía a alguien del otro lado que se preocupaba.” En varios casos, entrenar con Noe fue evitar pensamientos oscuros. Fue encontrar sentido. Fue evitar suicidios.
Hoy, aquella profesora sin gimnasio que entrenaba desde su casa cumplió su sueño: levantó su propio espacio físico, ubicado en Av. Belgrano 6291, Wilde. Allí recibe a chicas de 13 a 68 años, chicos que vencen prejuicios, ciclistas con ganas de compartir. Y sigue igual: con mano firme, con humor, con cercanía.
Este domingo 3 de agosto a las 9 de la mañana, convoca a una bicicleteada familiar desde la puerta de su gimnasio hasta la Costanera Sur. No hay inscripción. Solo hace falta querer salir, respirar, mover el cuerpo, compartir.
Porque Noe no vendía planes de entrenamiento. Regalaba humanidad.