Desde su infancia marcada por la pérdida, la lucha barrial y la resiliencia familiar, Claudia encontró en el deporte y en la producción artesanal de vino una forma de reconstruirse y ayudar a otros. Vecina de la Costa de Sarandí, entrena seis veces por semana, organiza eventos culturales y promueve el atletismo como herramienta de inclusión. Su historia es también la de una comunidad que resiste, se organiza y defiende su identidad frente al avance del cemento y la falta de servicios básicos.
Seguridad: entre la autogestión y la necesidad de presencia estatal
Claudia señala que la seguridad en la Costa de Dominico es una preocupación constante. “Tenemos cámaras en algunos puntos, como en la punta de Leguizamón, pero hay zonas que siguen desprotegidas. Detrás de la escuela, en el caminito que pasa por el puente, falta vigilancia. Ahí está la seguridad privada, pero no la municipal”.
La comunidad se organiza a través de grupos vecinales. “Tenemos un grupo donde nos conectamos. A veces funciona, pero también se desborda. Hay que mantener un equipo interdisciplinario que no se desvirtúe. No se trata solo de patrulleros, sino de gestión real”.
También reclama infraestructura para la movilidad segura. “La bicicleta pasa muy cerca de los autos. Faltan lomos de burro, solo hay llegando al puente. Habría que hacer una bicisenda. Sé que está en carpeta duplicar la vía y hacer una senda hacia el río. Eso sería buenísimo”.
Cultura popular y eventos comunitarios
La vida cultural en la Costa también tiene su lugar. “Hace tres semanas vinieron unos profes de religión, tocaron tango y milonga. Fue muy lindo, a la gorra. Y ahora, el domingo 10 de agosto, a las 15 horas, hacemos un cuartetazo. Vienen de Moreno. Invitamos a todos, les damos algo para picar y un traguito de vino”.
Claudia destaca que “la gente no nos conoce, pero cuando vienen, se quedan. Nos visitan desde Italia, Canadá. Quieren hacer programas. Pero siempre con un fin bueno: conservar la historia, mantenerla, que la gente venga, se distienda y sea bien atendida”.
El futuro de la costa: entre el cemento y la memoria
Claudia reflexiona sobre el crecimiento urbano: “Vamos a paso agigantado. Se termina el cemento. Pero no me parece que tenga que ser todo cemento. Hay que conservar la esencia. Este lugar es envidiable. Hay que cuidar lo que tenemos”.
También señala la necesidad urgente de infraestructura básica: “Hace falta agua potable. Vienen grupos a correr, me piden agua y yo tengo botellas que conservo para nosotros. No se trata de venderle el agua a la gente. Es una necesidad. El canal de Sarandí está contaminado. El tendido es industrial. Para nosotros es imposible. Pero creo que va a llegar. No sé a quién corresponde, pero vamos por eso”.