Una década atrás, Marcelo Brunwald, periodista de Avellaneda, puso su vida y la de su familia en riesgo al denunciar públicamente el funcionamiento de un búnker narco y un prostíbulo encubierto a menos de 60 metros de una escuela en Wilde. Fue una doble denuncia histórica, nacida del corazón del barrio, que sacudió a las autoridades y visibilizó lo que muchos preferían ignorar.
El caso no solo apuntó contra estructuras del narcotráfico y la trata de personas, sino que también activó mecanismos de amenaza e intimidación: una moto se le puso a la par y el conductor le apuntó a la cabeza con un arma, diciéndole: «dejá laburar». Detrás de ese mensaje se escondía una advertencia clara: callarse o pagar las consecuencias.
En entrevista con nuestro medio, a 10 años de aquellos hechos, Brunwald rememora el punto de inflexión: “Mi hija tenía cinco años. Vi lo que pasaba frente a su escuela y no pude quedarme de brazos cruzados. Tuve miedo, claro. Pero hay un momento en el que el miedo se desborda y entonces actuás. Lo hice por ella y por todos los pibes del barrio”.
Lo que siguió fue un despliegue de amenazas por redes, persecuciones en la calle y mensajes intimidatorios que llegaron incluso a su familia. Durante seis meses, el Estado tuvo que otorgarle custodia policial armada. Aún así, como él señala, “las comisarías esquivaban el tema, y la justicia avanzaba con lentitud”.
Las 14 denuncias originales partieron de vecinos y familias de la Escuela Mariano Moreno. Se trataba de una preocupación colectiva que Marcelo canalizó desde su medio digital y su espacio radial. La valentía tuvo impacto: se desarticuló el punto de venta narco y el prostíbulo, devolviéndole al barrio algo de la tranquilidad perdida.
“Claro que no terminé con la droga o la trata —admite—, pero sí logramos algo concreto: que en mi barrio se vayan. Y poder caminar tranquilo con mi hija es el mayor logro”.
Brunwald agradece especialmente a colegas que lo acompañaron durante aquellos días oscuros: Jorge Pizarro de Canal 9, la madre Martha Pelloni, Rolando Graña de A24, Luis Otero de TN, la Iglesia Católica y, sobre todo, a los vecinos de Avellaneda, quienes fueron el verdadero sostén frente al miedo.
“Lo volvería a hacer”, repite con convicción. “Porque cuando se levanta la voz colectivamente, los que operan desde las sombras retroceden. Esa vez el barrio se animó, y yo fui el mensajero”.