
Más de 50 autos de carrera y decenas de vecinos bloquearon este miércoles la Avenida Güemes al 800, en pleno corazón de Avellaneda, para exigir la reapertura del autódromo municipal, clausurado en febrero por orden directa del intendente Jorge Ferraresi. La protesta, resuelta en asamblea por corredores, vecinos y trabajadores del predio, buscó visibilizar la grave situación institucional que atraviesa el espacio y denunciar el avance de un proyecto comercial privado que lo pondría fuera del alcance público.
La jornada comenzó con una concentración pacífica frente al edificio municipal, pero derivó en tensión tras el despliegue de una guardia de infantería que blindó literalmente el despacho del intendente, impidiendo cualquier posibilidad de diálogo directo. «Vinimos a hablar, no a romper nada. Pero nos pusieron policía como si fuéramos delincuentes», sostuvo Lorena, una de las organizadoras de la marcha.
Los vecinos denuncian no sólo el cierre arbitrario del autódromo, sino también aprietes, presiones fiscales y un intento sistemático de desmantelamiento encubierto. «Nos dijeron que vendimos las tierras, y eso es mentira. Se firmó un papel bajo presión por la condonación de deuda, y ahora usan eso para avanzar con negocios inmobiliarios. Es una estafa al patrimonio barrial», expresó Néstor, uno de los propietarios del predio, quien sufrió un destrato directo por parte de Ferraresi en una reunión personal.
Durante la protesta, también se reveló que en los terrenos lindantes ya se están instalando playones para contenerores portuarios, en un proyecto que combina infraestructura logística con desarrollos gastronómicos. “Quieren poner una containera porque les queda cerca del puerto, y de paso hacen caja con los terrenos del autódromo”, denunciaron en vivo desde el móvil.
La participación fue amplia y transversal: corredores históricos, familias del barrio, comerciantes, referentes culturales y organizadores comunitarios se hicieron presentes. La movilización se mantuvo pacífica, pero con fuerte presencia barrial y reclamos concretos. “El autódromo es como la Plaza Alsina: forma parte de la historia de Avellaneda. No se vende. Se defiende”, repitieron distintos vecinos.